viernes, 1 de octubre de 2010

Cómo hacer guerra a la guerra



“La culpa de todo, por lo que cuentan, es del nitrógeno”…A través de estas palabras, podrás creer que es absurdo echarle la culpa al nitrógeno…te dirás: “¡pero es un elemento químico!” pero si bien lo utilizan para crear bombas y otros productos derivados, no sólo queda en ello, tiene una participación imprescindible en lo que es la vida. Tanto las plantas como los animales, han patentado su propio sistema para dejar fijo el nitrógeno, éstos al comerse las plantas, asimilan el nitrógeno ya manufacturado, los humanos, como sabrás, comemos plantas, animales herbívoros y también carnívoros, es decir, todo vale, y somos nosotros los primeros en hacer divisa del “todo vale” y sus consecuencias. A darnos cuenta de las consecuencias, se le puede llamar razón y es ésta, la que nos diferencia de las bestias. El “todo vale” es la esencia misma de los humanos, el hombre es un depredador total y créeme que cuando digo “todo vale” quiero decir todo.

Si te molesta en donde estamos como sociedad, quiero decirte que es culpa del “todo vale”, el cuál poco a poco hemos ido adaptando y en ocasiones, hemos establecido que “no todo vale” y ha sido la mejor forma de sacar provecho de éste. La antropofagia (costumbre de comer carne humana) está en desuso y algunos tipos de matanza también, pero la gente que cree que hoy el canibalismo o el exterminio de adversarios es cosa “inhumana” no es bondadosa, si no… olvidadiza, la humanidad durante siglos se sustentó de esa manera y es más, la historia humana es por sobre todas las cosas, la historia de las guerras.

Es necesario tener claro que sin esos sucesos que hoy nos desagradan, la especie humana no sería lo que hoy es, aunque algunos lo consideren un mal.

Ten presente que en los últimos 1.500 años de historia, han ocurrido 14.513 guerras, en ellas se han perdido 1.240.000 vidas y sólo han trascurrido 292 años de paz entre los cuáles, también se han producido guerritas, después se pierde la cuenta. Es decir, la guerra ha sido una compañera odiosa he inseparable del hombre que vive en sociedad, a través de ellas se han logrado grandes cambios, pero también se ha producido un gran dolor.

Es impresionante como los gobernantes de distintos países o ciudades, dicen ser partidarios de la paz, pero han logrado pasar a la historia mucho más por las guerras ganadas que por las evitadas, esto afecta a las demás personas, comerciantes, etc... Así mismo pasa con los seguidores fervientes de las guerras, es cosa “buena” de manera colectiva, sirve para organizar una nación o disciplinar grupos humanos, pero para un ciudadano normal, la guerra es “mala”, ya que cuando un hijo debe ponerse un  casco, la visión de aquella guerra cambia extremadamente, al punto de quererla evitar.

Si odiamos la guerra, ¿por qué seguimos gastando en armamento, ejércitos, tanques y proyectiles? Te preguntarás, es que entre los humanos nos podemos ser menos. Lo que podemos rescatar de la guerra es que termina con el aburrimiento y la rutina de lo cotidiano. La guerra ha ido perdiendo mucho su encanto, los seres humanos nos centramos hoy en el disfrute de nuestras posesiones y parece que sólo buscamos placer, somos individualistas. Si ocurriera una guerra en este preciso momento, sólo el nacionalismo extremo bombearía adrenalina a tontos descerebrados que sean capaces de matar o morir contentos.

La política, sin antimilitarismo no seria una política decente, debiéramos ser pacifistas, así nunca justificaríamos la guerra, ésta proviene sólo de la codicia y el orgullo humano y ayudaríamos a mejorar el mundo mismo, aunque de santos tengamos bastante poco. La mentalidad militar es amiga de la disciplina, pero no de la crítica  menos compatible con el espíritu democrático que deseamos que te guste.

En una guerra entre naciones no existen los amigos, sólo los intereses.

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